Historias de la Patagonia III

Entre 1920 y 2001, Monte León perteneció a la familia Braun. Los Braun eran judíos alemanes originarios de Letonia, la república del Báltico, por ese entonces gobernada por Rusia. Tras un breve paso por Paraguay, los fundadores de la rama sudamericana de la familia, el modesto hojalatero Elías Braun y su esposa Sofía Hamburger se establecieron en 1864 en la recientemente fundada colonia chilena de Punta Arenas. Uno de sus hijos, Moritz o Mauricio Braun, fue un notable hombre de negocios, cuyos intereses abarcaron el comercio, la industria naviera, el flete marítimo y las estancias ovejeras, una de las cuales fue Monte León.

Mauricio Braun fue uno de los principales factores económicos que hicieron de Punta Arenas, una remota colonia penal, pero también, antes de la apertura del canal de Panamá, la única ciudad sobre el estrecho de Magallanes, paso obligado entre el Atlántico y el Pacífico, una próspera y progresista ciudad.

La familia Braun tenía su base en Punta Arenas, donde los originadores de la rama, los padres de Mauricio Elías Braun y Sara Hamburger, habían llegado en 1864, pero las conexiones y ramificaciones de sus negocios con Inglaterra eran muchas y muy profundas.

Los negocios de los Braun también estuvieron vinculados a otros capitales europeos, particularmente alemanes, Elías procedía de las colectividades de origen germano asentadas en Letonia. Moritz llegó a ser cónsul en Punta Arenas tanto de la Rusia imperial, que entonces regía Letonia, como de Estados Unidos. Su socio Blanchard tenía la representación diplomática de Francia como vicecónsul.

Además del genio de Moritz, o don Mauricio, para los negocios, otra de sus características más notables es el esencial cosmopolitismo de su persona, que le permitió ser intermediario permanente entre los intereses más disímiles y a veces enfrentados. Esta calidad internacional era compartida con su medio de influencia: la multiétnica Punta Arena, paso comercial entre océanos, zona libre de impuestos, última frontera austral del planeta.

Moritz habla y escribe fluidamente el alemán, el inglés y el castellano, y es como "tenedor de libros" del portugués José Nogueira, el primer pionero en explotar en escala y con buen éxito las oportunidades de negocios de Punta Arena que inicia su carrera. Las capacidades idiomáticas y administrativas de Braun fueron el complemento natural para Nogueira, cuya comprobada capacidad para los negocios iba acompañada de escasas letras.

Eventualmente Sara, hermana de Moritz casó con Nogueira, y el propio Moritz casó con Josefina Menéndez Behety, hija de José Menéndez, sin duda el más poderoso e influyente hombre de negocios de la Patagonia. El yerno colaborará y a veces competirá con el suegro, asturiano, y que había hecho fortuna en Cuba y Buenos Aires antes de recalar en Punta Arenas, hasta que se asocian en 1908.

Lejos del estilo autocrático y a veces espectacular de su suegro, el afable y sobrio Braun se movió toda su vida como intermediario entre polaridades a primera vista difíciles de conciliar: de las latitudes boreales del Báltico al extremo sur; en el paso entre océanos que lo llevó a manejar una compleja red de intereses tanto sobre el Pacífico como sobre el Atlántico; de su nacionalidad rusa a su lengua y costumbres alemanas; de su compromiso natural con los intereses alemanes a una relación aún más fluida con los ingleses triunfantes; del devoto judaísmo de su padre y el agnosticismo socializante de su madre al catolicismo militante (Braun construyó y donó el importante templo católico del Patrocinio de San José en Buenos Aires y recibió una condecoración papal); de ser chileno por adopción a finalizar sus días en Buenos Aires, con la mayor parte de sus hijos casados con argentinas.

El proceso de gradual absorción de Monte León por la empresa familiar de Braun y Menéndez ilustra con gran aptitud el inteligente equilibrio, y clarividente empleo de la mucha información que necesariamente pasaba por sus manos, que don Mauricio supo mantener en sus emprendimientos. Braun participaba en el directorio de la empresa de capital alemán Compañía Estancia Santa Cruz, propietaria de un conglomerado de estancias en Chile y Argentina. El paquete accionario de ésta es eventualmente vendido, en 1912, a la inglesa South Patagonian Sheep Farming Co., uno de cuyos accionistas mayoritarios era, una vez más, Braun.

En mayo de 1914, tres meses antes del estallido de la 1ra Guerra Mundial, la SPSF Co. es única propietaria de las tierras, que para ese momento incluyen Monte León. Las crónicas del gran historiador de la Patagonia, hijo de Mauricio, Armando Braun Menéndez nos pintan a la colectividad de origen europeo de Punta Arenas dividida por la guerra, con Don Elías fumando hoscamente su pipa en el bar del hotel alemán, distanciado de sus amigos y asociados ingleses. Este estado de cosas no afectó, obviamente, los negocios de Mauricio. Finalmente, la estancia queda, a partir de 1920 y hasta el 2001, por completo en manos de la empresa familiar de Braun y Menéndez.

A través de distintas empresas, Mauricio Braun, y eventualmente sus diez hijos y sus descendientes, llegó a ser propietario directo de treinta estancias en la Patagonia en la primera década del siglo 20. También participó asociándose en distintos porcentajes a buena parte de la ola de nuevos estancieros. Estas asociaciones terminaron a menudo con la absorción del socio menor por el mayor.

Mientras esto ocurría, Punta Arenas dejó de ser un pueblito de malas casas de madera y se convirtió en una elegante ciudad de la "belle-epoque", con elegantes ejemplos de "petit-hotels" que pertenecían a las familias Braun y Menéndez y que pueden ser vistos hoy transformados en museo u hotel. Los triunfantes inmigrantes se convirtieron en elegantísimos "bon-vivants", y las jóvenes generaciones fueron soberbiamente educadas y dieron lugar a muchas destacadas personalidades. Sin embargo, el genio para los negocios de Don Mauricio no parece haber sido hereditario: aún así, fue tan asombroso que sus consecuencias llegan hasta nuestros días.